Pon en tu boca, niño, el sol, una sonrisa de tu madre y el amor. Conocerás el sabor de la paz. Pon en tu oído, niño, una estrella, el vuelo de la golondrina y una flor. Escucharás la poesía de la paz. Pon en tu mano, niño, una espiga, la puerta abierta de una escuela y un nido. Palparás el cuerpo vivo de la paz. Pon en tu corazón, niño, una ronda de mariposas, la esperanza de la vida y un manojo de rosas. Y sabrás por qué hay que amar la paz.