Esta vieja canción que oí contigo, y que contigo di por olvidada, surge del fondo de la madrugada como la voz doliente de un amigo. (Yo sé que la mujer que va contigo no puede adivinar en mi mirada que esa canción que no le dice nada, le está diciendo lo que yo no digo). Y, al escuchar de pronto esa tonada, comprendo la amargura de un mendigo ante una puerta que le fue cerrada. Pero intento reír, y lo consigo... como si no me recordara nada esta vieja canción que oí contigo.
Mes: febrero 2022
Era una tarde – Fabio Fiallo
¡Oh, mi amada! ¿te acuerdas? Esa tarde tenía el cielo una sonrisa azul, vestía de esmeralda la campiña y más linda que el sol estabas tú. Llegamos a las márgenes de un lago. ¡Eran sus aguas transparente azul! En el lago una barca se mecía, blanca, ligera y grácil como tú. Entramos en la barca, abandonándonos, sin vela y remo, a la corriente azul; fugaces deslizáronse las horas; no las vinos pasar ni yo ni tú. Tendió la noche su cendal de sombras; no tuvo el cielo una estrellita azul... Nadie sabrá lo que te dije entonces, Ni lo que entonces silenciaste tú... Y al vernos regresar, Sirio en oriente rasgó una nube con su antorcha azul... Yo era feliz y saludé una alondra. Tú... ¡qué pálida y triste estabas tú!
Marchitas ya las juveniles flores – José de Espronceda
Marchitas ya las juveniles flores, nublado el sol de la esperanza mía, hora tras hora cuento, y mi agonía crecen, y mi ansiedad y mis dolores. Sobre terso cristal, ricos colores pinta alegre, tal vez, mi fantasía, cuando la dura realidad sombría mancha el cristal y empaña sus fulgores. Los ojos vuelvo en incesante anhelo, y gira en torno indiferente el mundo y en torno gira indiferente el cielo. A ti las quejas de mi mal profundo, hermosa sin ventura, yo te envío. Mis versos son tu corazón y el mío.
A unos ojos hermosos – Juan Bautista Aguirre
Ojos cuyas niñas bellas esmaltan mil arreboles, muchos sois para ser soles, pocos para ser estrellas. No sois sol, aunque abrasáis al que por veras se encumbra, que el sol todo el mundo alumbra y vosotros le cegáis. No estrellas, aunque serena luz mostráis en tanta copia, que en vosotros hay luz propia y en las estrellas, ajena. No sois lunas a mi ver, que belleza tan sin par ni es posible en sí menguar, ni de otras luces crecer. No sois ricos donde estáis, ni pobres donde yo os canto; pobres no, pues podéis tanto, ricos no, pues que robáis.
Azul de ti – Eduardo Carranza
Pensar en ti es azul, como ir vagando por un bosque dorado al mediodía: nacen jardines en el habla mía y con mis nubes por tus sueños ando. Nos une y nos separa un aire blando, una distancia de melancolía; yo alzo los brazos de mi poesía, azul de ti, dolido y esperando. Es como un horizonte de violines o un tibio sufrimiento de jazmines pensar en ti, de azul temperamento. El mundo se me vuelve cristalino, y te miro, entre lámpara de trino, azul domingo de mi pensamiento.
Amanecida – Julia de Burgos
Soy una amanecida del amor… Raro que no me sigan centenares de pájaros picoteando canciones sobre mi sombrilla blanca. (Será que van cercando, en vigilia de nubes, la claridad inmensa donde avanza mi alma). Raro que no me carguen pálidas margaritas por la ruta amorosa que han tomado mis alas. (Será que están llorando a su hermana más triste, que en silencio se ha ido a la hora del alba). Raro que no me vista de novia la más leve de aquellas brisas suaves que durmieron mi infancia. (Será que entre los árboles va enseñando a mi amado los surcos inocentes por donde anduve, casta…) Raro que no me tire su emoción el rocío, en gotas donde asome risueña la mañana. (Será que por el surco de angustia del pasado, con agua generosa mis decepciones baña). Soy una amanecida del amor… En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos, y muchos sueños blancos, y emociones aladas. Raro que no me entienda el hombre, conturbado por la mano sencilla que recogió mi alma. (Será que en él la noche se deshoja más lenta, o tal vez no comprenda la emoción depurada…)