El sol nos olvidó ayer sobre la arena, nos envolvió el rumor suave del mar, tu cuerpo me dio calor, tenía frío, y allí, en la arena, entre los dos nació este poema, este pobre poema de amor para ti. Mi fruto, mi flor, mi historia de amor, mis caricias. Mi humilde candil, mi lluvia de abril, mi avaricia. Mi trozo de pan, mi viejo refrán, mi poeta. La fe que perdí, mi camino y mi carreta. Mi dulce placer, mi sueño de ayer, mi equipaje. Mi tibio rincón, mi mejor canción, mi paisaje. Mi manantial, mi cañaveral, mi riqueza. Mi leña, mi hogar, mi techo, mi lar, mi nobleza. Mi fuente, mi sed, mi barco, mi red y la arena. Donde te sentí donde te escribí mi poema.
Mes: enero 2021
Aquella tarde, al decirle… – Juan Ramón Jiménez
Aquella tarde, al decirle que me alejaba del pueblo, me miró triste, muy triste, vagamente sonriendo. Me dijo: ¿Por qué te vas? Le dije: Porque el silencio de estos valles me amortaja como si estuviera muerto. -¿Por qué te vas?- He sentido que quiere gritar mi pecho, y en estos valles callados voy a gritar y no puedo. Y me dijo: ¿Adónde vas? Y le dije: A donde el cielo esté más alto y no brillen sobre mí tantos luceros. La pobre hundió su mirada allá en los valles desiertos y se quedó muda y triste, vagamente sonriendo.
Y no lo encuentro – Marwan
Te sigo queriendo y sigo buscando el verbo que te explique todo aquello que te haría. Y no lo encuentro. Y sigo buscando todo el tiempo que te debo. Y no lo encuentro. Y sigo buscando un poema que te nombre pero no encuentro el modo de que quepa en un folio entero el paisaje. Y lo he intentado escribiendo ciertas cosas: Yo quise subirte al amor y hacer mariposas contigo. Si fueras un verbo formarías parte de una lengua diferente, estarías aún por inventar. Si fueras el tiemp0 serías el instante donde quiero quedarme a vivir. Pero las tacho todas. Y tras un rato encuentro por fin unas palabras, que no es lo que te haría, que no es tampoco el tiempo, que no dicen tu nombre. Lo dejo aquí por las quieres, por si te faltan: Eres la forma más bella de acabar con un fracaso
Contigo – Joaquín Sabina
Yo no quiero un amor civilizado, con recibos y escena del sofá; yo no quiero que viajes al pasado y vuelvas del mercado con ganas de llorar. Yo no quiero vecínas con pucheros; yo no quiero sembrar ni compartir; yo no quiero catorce de febrero ni cumpleaños feliz. Yo no quiero cargar con tus maletas; yo no quiero que elijas mi champú; yo no quiero mudarme de planeta, cortarme la coleta, brindar a tu salud. Yo no quiero domingos por la tarde; yo no quiero columpio en el jardin; lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí. Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres porque el amor cuando no muere mata porque amores que matan nunca mueren. Yo no quiero juntar para mañana, no me pidas llegar a fin de mes; yo no quiero comerme una manzana dos veces por semana sin ganas de comer. Yo no quiero calor de invernadero; yo no quiero besar tu cicatriz; yo no quiero París con aguacero ni Venecia sin tí. No me esperes a las doce en el juzgado; no me digas "volvamos a empezar"; yo no quiero ni libre ni ocupado ni carne ni pecado, ni orgullo ni piedad. Yo no quiero saber por qué lo hiciste; yo no quiero contigo ni sin ti; lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes, es que mueras por mí. Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres porque el amor cuando no muere mata porque amores que matan nunca mueren.
El amor duerme en el pecho del poeta – Federico García Lorca
Tú nunca entenderás lo que te quiero porque duermes en mí y estás dormido. Yo te oculto llorando, perseguido por una voz de penetrante acero. Norma que agita igual carne y lucero traspasa ya mi pecho dolorido y las turbias palabras han mordido las alas de tu espíritu severo. Grupo de gente salta en los jardines esperando tu cuerpo y mi agonía en caballos de luz y verdes crines. Pero sigue durmiendo, vida mía. ¡Oye mi sangre rota en los violines! ¡Mira que nos acechan todavía!
Compañera – Antonio Pardal
Compañera, mi dulce compañera, si supieses por ti lo que yo siento y leyeses cabal mi pensamiento, serías de mi cuerpo enredadera. Compañera, mi hermosa primavera, si tu amor me faltase algún momento, hasta el postrer rincón del firmamento el llanto de mi pecho percibiera. Tan grande es mi dolor y abatimiento, cuando, oculta, la muerte se acelera, que brota de mi pecho este lamento. Amarte eternamente yo quisiera, pues soy de tus ternuras avariento. Compañera...mi amada carcelera...